Te preguntaste alguna vez: ¿Creo en las promesas de Dios?, ¿Estoy haciendo las cosas bien en esta vida?, ¿Me llevara Jesús a la casa del padre? La Parábola del hombre rico y el pobre Lázaro, dan una idea de cómo puede ser nuestra morada en la eternidad, (Lc 16, 19) “En la casa de mi padre hay muchas habitaciones (Jn 14, 2) ¿Habrá una para mí? Recuerda: “No son los que me dicen: Señor, Señor los que entraran al Reino de los Cielos, sino los que cumplen la voluntad de mi Padre” (Mt 7, 21) Según la lectura, el hombre rico gozaba de los bienes terrenales y Lázaro solo pedía limosna en la puerta de su casa. El hombre rico no era malo por ser rico, sino por no tener misericordia del pobre Lázaro; Reflexión: el piso de la casa estaba lleno de comida tirada, mientras que el pobre no tenía nada. El hombre rico desoyó el consejo de la escritura “No te gloríes de la ropa que te cubre, ni te enorgullezcas en los días de gloria” (Eclo 11, 4) Cuando les llego su tiempo partieron, uno a la sepultura, “morada de los muertos”; Lázaro fue llevado por los ángeles al seno de Abrahán. Al verse perdido el rico clama a Abrahán y este le responde: “Entre ustedes y nosotros se abre un gran abismo de manera que los que quieran pasar de aquí hasta allí no pueden hacerlo, y tampoco se puede pasar de allí hasta aquí” (Lc 16, 26) Ya era tarde para remediar su mala conducta, ¿será que no leyó el salmo?: “Por eso, no triunfaran los malvados en el juicio, ni los pecadores en la asamblea de los justos; porque el Señor cuida el camino de los justos, pero el camino de los malvados termina mal” (Sal 1, 5) “¡Ay del malvado, porque le ira mal, se le devolverá lo que hicieron sus manos!”(Is 3, 11) Esta parábola nos enseña a cuidar nuestra actitud presente, para así gozar de la gracia gratuita que el Señor nos ofrece. Trata de entrar por la puerta angosta y si así lo haces serás salvo; aprende con humildad como comportarte, no sea que te pase lo que a este rico le paso. Por eso querido hermano, reflexiona la Palabra de Dios y nunca te apartes de su Iglesia; que tendrá muchas fallas pero es la carpa del encuentro que Jesús fundo. ¡¡¡A, y volverá por ella!!! Que la bendición de Dios te cubra.